miércoles, 14 de noviembre de 2018

La armonía interior de la mujer.


La mujer - la creación más bella y casi perfecta del universo. Un ser que es capaz de cualquier cosa, un ser movido por amor, un ser capaz de generar y dar vida, un ser capaz de amar esta vida con las fuerzas innatas de la naturaleza, un ser que es amor en estado puro. La mujer es todo esto, sí. Debe serlo. Pero a veces lo olvida. No se acuerda ni de quién es. Las circunstancias de la vida, a veces duras, a veces tristes, a veces amargas, a veces agónicas, a veces insufribles, a veces todo esto y más, hacen que la mujer olvide su esencia. Ella solo hace. Ella solo sigue adelante. Ella solo aprieta los dientes. Ella solo despliega las alas arrugadas, partidas y débiles, pero se las ingenia para volar. Y estar a la altura. Ella solo recuerda todo lo que tiene que hacer. Y deja de acordarse que todo esto nace de su cálido corazón. Ella acaricia a sus hijos por las noches, acaricia a sus padres, acaricia a sus hermanos, acaricia a sus amigos, acaricia a su hombre. Pero olvida acariciar su corazón. Para que todas estas bellas cosas que hace sigan saliendo de ella de forma tierna, natural y armoniosa. Y poco a poco se convierte en robot programado a cuidar, a trabajar e incluso su amor se convierte en parte de este programa. Sigue siendo ella, pero con su armonía interior desgastada. 
¡Mujer! ¡Todas las mujeres de este mundo! ¡Hacemos de este lugar algo un poquito más bello! Es una hermosa carga que el mismísimo Dios nos ha encargado. Y por ello cuida tu armonía interior. Cuida primero tu paz y tu bienestar emocional. Llénate de todo, para poder darlo luego. Claro que sin eso también lo haces. Haces todo sin parar. Pero no se trata de solo hacerlo. Se trata de cómo lo haces. Todos tus quehaceres son energía. Tú eres energía. Pero tu energía tiene diferente color. Y cuando olvidas de alimentar tu armonía interior, el color de tu energía se vuelve azul pálido y helado. Y no pasa nada. Seguirás tan efectiva como siempre y no lo notarás. Pero quizá, alguien sí lo note. Y quizá este azul gélido de la energía que transmites lo ciegue a ese alguien, lo dañe o incluso congele su corazón. Puede ser tu hombre, pueden ser tus hijos, pueden ser tus padres. No hagas las cosas por inercia. Vive cada segundo con el que das amor sintiéndolo en tus venas. Permite que tu corazón emita los latidos más fuertes. Para que esto ocurra solo tienes que estar llena de amor. Y primero debes comenzar por ti misma. Al dar tanto amor cuanto damos, es normal que nuestra energía pierda su fuerza. Es de vital importancia reponer y recargar esa energía. ¿Cómo podemos recargar la energía? Es tan sencillo como permitirse gastar tiempo en sí misma. Permitir dejar de preocuparse. Permitir nutrirse de apoyo de las personas que nos quieren. Permitir ser viva. Permitir sentir, y llorar y reír cuando te apetece. Solo permitir que la energía entre en ti como un fontanal imparable. Del mismo modo y solo así es como podrás llenar el mundo entero de tu energía que es amor. Solo así tu energía es infinita. Solo así tu amor es gigante y bastará para todos. Así TU eres gigante, MUJER. Así tú y el mundo estarán en paz porque el mundo habrá encontrado tu armonía interior. Es el regalo más grande que puedes hacer al mundo, a los tuyos y a ti misma.