¿Por qué dirigirme a las mujeres? ¿Por qué intentar
despertar la llama de ilusión en ellas? Las mujeres son seres altamente
emocionales. Cosa que puede dañarlas gravemente, causando heridas en sus
tiernas almas. Sin embargo, también puede llegar a ser nuestra mayor fortaleza
si utilizamos esta cualidad, dirigiéndola, dándole el rumbo más adecuado y
haciendo que juegue a nuestro favor y no en nuestra contra. ¿Cuántas mujeres no
han sido malheridas por seguir sus sentimientos? ¿Cuántas de nosotras no se han
culpado a sí mismas por permitir que los sentimientos nos dominen? ¿Cuántas
mujeres lloran todos los días cometiendo el mismo error de guiarse solo
por sus emociones en la toma de decisiones? Todas, al menos alguna vez en
nuestra vida, hemos tenido las emociones a flor de piel. Algunas de nosotras
han sabido anteponerse a esa condición y doblegar las emociones, haciendo que
éstas no interfieran negativamente en el razonamiento y lógica. Aunque a menudo
este no es el caso. ¿Cuántos hombres tienen la convicción de que las mujeres no
somos capaces de un razonamiento lógico? Por supuesto, que en esto se
equivocan, como se equivocaban a lo largo de la historia restándole el
protagonismo a la mujer como a un ser altamente inteligente e intelectual. Las
mujeres somos personas con absolutamente las mismas capacidades de desarrollar
nuestro intelecto como los hombres. Nosotras podemos, al igual que los hombres,
aprovechar nuestras cualidades eruditas y talentos. Hoy es un hecho. Y somos
realmente afortunadas porque vivimos en una época en la que ya no es una
necesidad luchar por nuestra independencia, libertad e igualdad con los
hombres. Pero sí tenemos que defenderlo, como cualquiera defiende algo que es
suyo de forma legítima. Es nuestro derecho del que hoy disfrutamos gracias a la
valentía de algunas antepasadas nuestras como por ejemplo Clara Campoamor que
luchó por la concesión del sufragio femenino, Olimpia de Gouges que en 1971
publicó un manifiesto “La declaración de los derechos de la mujer y la
ciudadana”, en el que reclamó un trato de igualdad entre los hombres y las
mujeres en todos los aspectos de la vida, tanto públicos como privados. Dicho
manifiesto declaraba y evidenciaba que las mujeres tienen el mismo derecho a
votar, ocupar cargos públicos, participar en el ejército y educación y también
tienen el mismo poder en la familia y en la iglesia. Hay muchos más nombres de
mujeres en la historia gracias a los que hoy disfrutamos de igualdad, libertad
y respeto. Pero aun así a veces seguimos siendo estos seres vulnerables y
delicados que no son capaces de anteponer la lógica a los sentimientos. Y lo
emocional gana la balanza. Podemos tener el poder de ambas cosas, tanto lo
racional como lo emocional. Solo que necesitamos saber mejor como obtener el
máximo poder de lo emocional. Somos seres inteligentes y poseemos el
razonamiento lógico. Solo falta aprender a dirigir nuestras emociones como
varios instrumentos en una orquesta para que suenen al unísono, creando bellas
melodías en nuestras almas y no el caos. Dejando así el paso al mejor provecho
de la razón y lógica. Los hombres presumen de este poder. Pero nosotras podemos
tener la fortaleza del pensar racional sumado al poder de la sensibilidad más
elevada y la intuición. Podemos ser lo suficientemente hábiles para dirigir el
curso de nuestros sentimientos y controlar su intensidad, sin que éstos nublen
y perturben el pensar prudente y astuto. Las ideas expuestas en esta página,
así como en mi libro Las cenicientas existen, no es nada nuevo, ni
voy a descubrir ningún secreto, solo que tengo el deseo ardiente de recordar a
las mujeres de su potencial infinito y que con ello puedan mejorar el provecho
de toda su energía. Así que esto es por ti y para ti, MUJER, criatura de
infinito poder.
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