jueves, 21 de julio de 2016

Voy a ser mamá. ¿Y si no me sale bien?

LA MATERNIDAD. Todas las mujeres vivirán esta experiencia de un modo único y excepcional. Vives tu vida y de repente te enfrentas con esta situación absolutamente nueva y es un terreno en el que es imposible tener conocimientos suficientes o experiencia suficiente, sobre todo cuando te enfrentas con ello por primera vez. ¿Y ahora qué? Aquí quiero compartir mi propia experiencia vivida hasta ahora. Viví mi embarazo en plena ignorancia. La incredulidad me hacía vivir como si no hubiera pasado nada y no hubiera ningún cambio ante mí. Sin embargo llegando al noveno mes del embarazo, cuando la barriga es más que visible, cuando quedan días contados para que un nuevo ser llegue a este mundo gracias a ti, llegado a este punto ésta realidad ya se hace imposible de ignorar y es un hecho al que te has de enfrentar. Y aquí es cuando surgen dudas e incluso miedos.  Creo que por mucha determinación que tuvieras en esta toma de decisión de ser mamá, es imposible que no surjan las inseguridades. Al menos a mí me ha pasado. Y si en el mundo hay aunque sea una mujer con alguno de los pensamientos parecidos a los míos, quiero poder ayudarla. Y por muy poca o insignificante que pueda ser mi ayuda estoy satisfecha de poder ofrecerla.  También me gustaría que las mamás que me oigan o mejor dicho me lean, aporten sus conocimientos, sus consejos y nos den a las mamitas jóvenes y primerizas la sensación de que no estamos solas.
Una de las cosas que me atormentaba es tener que quedarse en casa y dedicar mi tiempo a la casa y al bebé. Después de un tiempo en el que yo era trabajadora, mujer activa y con una ocupación me convertiría en una simple ama de casa. Cuando encontré mi trabajo pensé que ya no se podía caer más bajo, porque el puesto que yo ocupaba era tan solo de una limpiadora. Pero el hecho de ser ama de casa me parecía una opción más primitiva todavía y sentía que ahora sí que tocaba fondo. La idea me aterrorizaba. Sin embargo, esto sucedió y ahora ya no lo veo tan mal. Lo importante para mí es que sé que no me voy a plantar frente a la tele, viendo telenovelas, llevando un delantal y reduciendo mi intelecto a cero. A esto sí que digo un rotundo NO. Creo que el hecho de quedarse en casa también nos puede aportar grandes ventajas. La principal es el tiempo. El tiempo es valioso. Es un tesoro que hay que saber invertir y no desperdiciarlo. Podemos aprovechar este tiempo para desarrollarnos intelectualmente y emocionalmente. Hay que invertir el tiempo en aprender cosas nuevas, en ampliar conocimientos en las áreas que nos apasionan, hacer cosas que nos hacen sentir bien y nunca, NUNCA detenerse. En casa no solo se pueden hacer las tareas del hogar. Hoy en día con la tecnología e internet puedes estar en el lugar que tú desees desde tu propia casa. Otra tarea y la más importante va a ser la de ocuparse de tu bebé. Al principio también lo consideré como algo tan primario y tosco que no me inspiraba demasiado la idea. Me parecía que a esto se dedican todos los animales del mundo y que yo me rebajaba a este nivel. “Criar un bebé – cosa de primates.” Algo que a primera vista no tiene que ser tan complicado. Si cualquier animal del planeta lo hace, yo también lo haré. Y reducir mis actividades básicamente a eso me parecía que haría de mí una persona inferior,  una persona sin ambiciones y mermada hasta el nivel puramente animal y biológico. Hoy ya no estoy de acuerdo con ello. Hoy lo veo más claro y más transparente. Cada persona que llega a este mundo es única y excepcional.  Yo voy a ser MAMÁ, una persona que más aporta al desarrollo de este nuevo ser. De mí depende en gran medida la construcción de una nueva personalidad, un nuevo individuo con su carácter, sus habilidades, sus virtudes y sus capacidades. Quizá es un nuevo genio, un nuevo Einstein, un futuro Mozart o futura Claudia Schiffer. Y yo voy a ser su mamá y me encargaré de ayudarle a desarrollarse en todo su potencial.
 Muchas mujeres quizá dirán que estoy loca porque se me ha pasado por la cabeza la idea de que pueda ser algo primitivo el cuidar de un bebé. Ellas tienen esta chispa e ilusión innata de ser mamás. Los nombres de sus bebés hacen que vibren sus corazones, cuando se enteran del sexo del bebé lloran de emoción. Todas o casi todas las mujeres están en  el pico más alto de su emoción cuando van a ser mamás. Preparan ansiosas su habitación, su ropita, sus sonajeros, sus biberones, sus pañales y un largo etcétera. Sin embargo, esto no era lo que me sucedía a mí. Yo no tenía la ilusión de preparar nada. Mi instinto maternal estaba dormido o profundamente enterrado. Esta fue otra de mis inquietudes. ¿Seré yo un bicho raro e insensible? ¿Es que no siento nada por mi hija? Entonces comencé a culparme por ello. Me preguntaba cuándo se me despertará a mí este instinto y si llegará a despertarse alguna vez. Entonces aquí es donde tuve una ayuda de una persona que llegó con su consejo como una dama madrina llega con su varita mágica. Por supuesto, que ella también es mujer, por supuesto que ella también es mamá. Fue mi hermana. Y nunca más saldrá de mi cabeza lo que ella me dijo: “No te presiones, ten paciencia, llegará por sí solo cuando ha de llegar. Y nunca te sientas culpable ante tu hija porque tú le das lo más grande y valioso, tú le vas a dar la vida, una oportunidad de pasar por este mundo. Esto ya es grande. Tú eres su madre.” Hice caso a este sabio consejo y esperé. Tal y como ella predijo, llegó. Hice las preparaciones necesarias para la llegada de mi hija, presté más atención a mi casa, se despertó este instinto del nido, la necesidad de crear un hogar agradable y seguro. Y no solo eso. Simplemente hoy sé que quiero mucho a mi hija, estoy preparada para protegerla, cuidarla y educarla. Puede que no seré una madre perfecta. Pero sé que si ha habido la inquietud en mi corazón es porque no soy un bicho raro insensible sino porque amo a mi hija y me preocupo por su futuro y su bienestar. No puede salir mal ser mamá incluso cuando tu cabeza está llena de dudas y temores. Estas dudas son la señal de que te importa. Creo que es mala señal cuando en el corazón de la madre reina la INDIFERENCIA.   


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