Estos
momentos tan duros. Cuando por milésima vez rompiste la promesa a sí misma de
no gritar nunca a tu pequeño, o de no quitarle ojo de encima, o cualquier otra
de las promesas que nos hacemos las mamás después de un incidente que no
queremos que vuelva a pasar. Pero aquí estás, llorando, porque volvió a suceder
y te estás flagelando mentalmente por mala madre. Y la culpa, tu ejecutor, ya te
está esperando, y tú, con la cabeza gacha, aceptas el castigo por tu propia
voluntad. Con lágrimas corriendo por las mejillas, te postras ante la culpa y
aquella comienza a azotar tu alma encarnizadamente. Es un sentimiento realmente
desgarrador. A veces, da hasta vergüenza contarlo a alguien y desahogarse un
poco. Porque te piensas que todo el mundo te llamará mala madre. Sin embargo,
inténtalo, cuéntaselo a alguna mamá y seguro que dirá que esto o algo parecido
ya le ha ocurrido. El compartirlo es el primer paso para disminuir tu condena,
te sentirás mejor y verás que pronto saldrás de la cárcel en la que te ha
encerrado tu propia culpa.
Cuando te
vuelva a pasar, que seguro que te pasará más de una vez, échale agua fría a tus
sentimientos ardientes y reflexiona. ¿Qué te hace sentir mala madre? ¿El que tú
has hecho algo mal como madre? Me hace pensar que lo que quieres es una buena
madre para tu angelito. ¿No es así? Claro, que sí. Por eso mismo, no paras de
martirizarte y repetir una y otra vez: “¡Nunca más, nunca más!” Pero debes
pensar que la vida de la mano de tu hijo no es corta y que no puedes evitar que
nunca pase nada y todo sea de color rosa. Sí es cierto, que como madre que eres,
vas a intentar proteger a tu criatura a toda costa y harás todo que esté en tus
manos para crear este mundo de color rosa a su alrededor. Es obvio. Pero no
debes permitir que la culpa, porque alguna vez no te salió del todo bien, te
esté degollando lentamente. Volvemos a esta frase: quieres una buena madre para
tu angelito. Estoy segura de que la respuesta es afirmativa. Entonces, esto me
lleva a otra reflexión, y es que toda esa culpa y el desgarrador sentimiento de
ser mala madre y no hacer las cosas bien, se manifiestan por una única razón –
TU ENORME AMOR POR TU HIJO. Sinceramente, en mi humilde opinión, los conceptos
AMOR y MALA MADRE difícilmente pueden estar unidos. Por ello, no permitas que
el sentimiento de ser mala madre te crucifique. Pero tampoco intentes librarte
de la culpa fácilmente. No pretendo decir que te olvides de todo y ya está.
Como madre, sé que no es algo que sea fácil de borrar, anular o suprimir. Porque
la culpa está allí aferrada fuertemente a tu pobre alma. Lo que sí se puede
hacer es convertir esta culpa en nuestro cómplice en el propósito de MEJORAR. En
lugar de reconcomerse, hazte preguntas como: “¿Qué puedo hacer para mejorar mi
actitud frente a estas situaciones o cómo la próxima vez puedo evitar que pase?”
Reflexiona y seguro que llegarás a una conclusión útil y a un acuerdo con tu
culpa.
Las mujeres
siempre tenemos mucho trabajo. También tenemos doble trabajo en nuestro
crecimiento personal. No basta con solo crecer y aprender como persona. También
en nuestros hombros está la pesada carga de aprender a ser BUENA MADRE. No es
una tarea fácil. Y nuestra experiencia como mamás es un manual que siempre ha
de permanecer abierto. Yo no veo que algún día pueda cerrar definitivamente este
compendio y darlo por leído. Estaremos siempre en este proceso de crecimiento y
aprendizaje. Pienso que es algo que no se puede completar, resumir y rematar.
El aprendizaje de ser buena madre es una lección vital que incluso en el lecho
de muerte estaremos repasando. En esta vida no hay materia que sea fácil de
asimilar y aprobar, y menos todavía la maternidad. Y las únicas que nos ponen
notas somos nosotras mismas, y es lógico y comprensible que seamos estrictas en
nuestra valoración. Pero te aseguro, que no suspenderás, aunque habrá exámenes
muy laboriosos que tu pequeño te propondrá y serán muy difíciles de aprobar. En
más de una ocasión te pondrás la nota de MALA MADRE. A pesar de ello, espero
que esa valoración solo sea para servirte de estímulo para aprender más y mejor.
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