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Cuando
comenzamos una relación todo parece perfecto, nos sentimos ilusionados,
enamorados y felices. Sin embargo, con el paso del tiempo las cosas pueden
cambiar. O incluso a veces ocurre que cuando no es todo perfecto desde el
principio nos lanzamos a por esta relación. Cosa para la que cada caso tendrá
su explicación. Parece ridículo ¿cómo puede una persona permitir que avance la
relación cuando ve que no es lo correcto? Pues pasa con más frecuencia de la
que nos creemos. Quizá por el cansancio de la soledad, quizá por miedo a la
edad y miedo de quedarse solo/a, quizá por faltas económicas o por alguna
otra circunstancia personal que empuja a comenzar y seguir con la relación. Sea
como sea, pero hay muchísimas personas que no son felices en una relación, pero
curiosamente siguen adelante con ella. Este tipo de relaciones crean momentos
de autoengaño. Siempre pasan por la temporada en la que la persona más
perjudicada piense que las cosas van a cambiar, justifican el comportamiento de
su pareja con alguna excusa, se hacen creer que su amor es más fuerte que
ninguna otra cosa y un larguísimo etcétera. Pero el tiempo pasa, y el tiempo
siempre hace ver las cosas tal y como son. Finalmente, llega el momento de ver
la realidad. Y la realidad es que una de las dos partes o incluso ambos ven que
su relación es destructiva. ¿Pero cómo es exactamente la relación destructiva?
No es precisamente relación de maltrato físico o emocional grave. Ese sería un
caso extremo y de separación inmediata independientemente de ninguna
circunstancia. Aquí no puede haber excusas. Ese tipo de relaciones han de ser
terminadas de inmediato y sin mucho que pensar. Por una relación destructiva me
refiero a una relación en la que siempre hay en el ambiente esa sensación, ese
presentimiento de que algo no va bien, que no es del todo justo y una
inexplicable sensación de amargura que finalmente se reconoce que es provocada
por la relación. Discusiones que dejan un mal sabor de boca, palabras que
duelen, actos que duelen, comportamientos de la otra persona que dejan marcas
en el corazón. Hablo de los sentimientos que deja este tipo de relaciones y lo
hago porque a menudo es difícil razonar y explicarse a uno mismo con detalle lo
que está ocurriendo. Muchos ni siquiera encuentran la razón y la explicación,
se sienten perdidos. La incredulidad de que tu relación queda lejos de la
felicidad te deja ciego/a y no permite que razones de una forma lógica y
astuta. Cuando se trata de la relación destructiva en muchas ocasiones solo
puedes sentir. Sobre todo nos ocurre a las mujeres porque somos mucho más
sentimentales que los hombres y quizá ellos encuentran una explicación lógica y
razonable a la situación mucho más rápido que nosotras. Nosotras nos guiamos
más por nuestras emociones y por lo que sentimos. Y el problema se complica más
cuando no sabemos qué es lo que sentimos exactamente. De todos modos el
momento de darse cuenta de que es una relación destructiva llegará. Da igual el
modo en el que llegues a él, razonando o sintiéndolo, ese momento llega. ¿Y
ahora qué? ¿Qué hacer en esta situación? ¿Cómo abordarla? Intentar cambiar a
otra persona o algunos de sus aspectos puede convertirse en una lucha en vano
que lo único que hace es desgastar nuestra fuerza emocional y física. Desde
luego que el primer paso siempre es el diálogo y comunicación con la otra
persona, pero a menudo estas tácticas no llevan a ninguna parte. Hay personas
con las que no se puede hablar. Y cualquier intento de dialogar llevará a la
catástrofe inminente, la discusión. En estos casos la comunicación no es el
aliado que solventará el problema aunque esa sería la solución perfecta. Pero
como cabe de esperar en las relaciones destructivas la comunicación suele estar
ausente o dificultada. Si las cosas aquí fuesen tan fáciles no se trataría de
una relación destructiva, sino que de algún problema aislado en la pareja que
se soluciona hablando. Este no es el caso. ¿Cuál es el siguiente paso si ya
sabes que hablando con tu pareja no mejorarán las cosas, ni tampoco tienes una
varita mágica que cambie de la noche a la mañana a otra persona? Otra opción
sería dar por terminada la relación. Parece sencillo a primera vista, pero si
nadie o casi nadie lo hace por algo será. Para algunos puede ser la costumbre,
el miedo de cambiar algo en su vida, miedo a comenzar de cero, miedo a la
soledad, los hijos y también hoy en día la economía. Muchas parejas no se
separan por el simple hecho de que están atados uno al otro económicamente.
Otra vez de nuevo nos vemos en un túnel sin salida. ¿Qué hacer cuando la
solución de dar por terminada la relación no es viable o no puede ser? La
respuesta es simple y es aguantar. Pero aquí viene lo interesante. No es
simplemente aguantar el mal estar y sumar cada vez más heridas y sentimientos
negativos. Debemos de aprender a aprender de las relaciones destructivas y de
las personas difíciles. Estas circunstancias y estas personas son los mejores
maestros en nuestras vidas. Debemos de aprender a aprovechar el tiempo. Este
tiempo que tengamos que permanecer en esta relación destructiva lo debemos de
invertir para que juegue a nuestro favor. Para empezar nunca es malo aprovechar
el tiempo para mejorar como persona. No hay que centrarse en la negatividad que
te transmite otra persona, hay que centrarse en tus propias virtudes, centrarse
en desarrollar estas virtudes. Las personas difíciles nos pueden ayudar en esta
tarea. Podemos desarrollar tener más paciencia, tener más tacto, desarrollar
más inteligencia emocional, saber cómo actuar en una determinada situación
difícil cuando la comunicación se complica y cualquier otra característica
personal que en un futuro nos servirá en la comunicación con otras personas.
Pero sobre todo y, en mi opinión, lo más importante que podemos aprender de
estas relaciones es manejar nuestros propios sentimientos de una forma más
eficaz. El saber manejar tus propias emociones y darles un rumbo hacia la
positividad es una tarea que no todos sabemos hacer. Y justamente las personas
difíciles y las relaciones más espantosas son nuestros mejores maestros para
aprender estas lecciones. Una persona que sabe manejar, interpretar, controlar
y dirigir sus sentimientos es una persona sabia. Es una persona fuerte, es una
persona invencible porque si puede dominar sus sentimientos es que puede lograr
cualquier cosa. Aprender a ser feliz independientemente de ninguna
circunstancia externa es un arte. Es el mayor logro que puedes hacer en la
vida. Conseguir que esta felicidad nazca en tu interior, que salga de ti y que
te guíe, te da el poder de conseguirlo todo. La felicidad es como una llave
maestra que abre cualquier puerta. La felicidad es tu aliado en cualquier
comienzo. La felicidad engendrada en ti es la clave del éxito. Imagínate todo
lo bueno que puedes sacar aparentemente de una situación nefasta e insufrible.
Hay que saber ver la oportunidad en las adversidades. Así que la relación
difícil no debe ser tu agonía sino maestra a la que quizá estés agradecido/a
toda la vida por hacer de ti la persona que puedas llegar a ser. Y quién sabe,
quizá, durante este tiempo y en el transcurso de tu transformación suceda el
milagro, y la relación se cure junto con tu curación.
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